Mirando la puerta de entrada,
Esperando que entrara,
El hombre de negro con su capa.
Las rosas del florero
Y las espinas en sus dedos,
Ponían feliz al hombre de negro
Que a solo media cuadra,
Llegaba con su veneno.
Entonces por la puerta entro
Joven, frió y muerto.
El arma descanso,
Cerca de su cuerpo.
Ahora era llevada,
En los brazos del hombre de negro,
Hasta la puerta de entrada
Y ya su triste mirada,
Era clara, fresca y blanca.
Ella termino,
En el rio de las almas
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